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PALABRAS DE MUJER

ADELGAZA CON UNA DIETA INTELIGENTE

ADELGAZA CON UNA DIETA INTELIGENTE

Baja de peso y gana salud aprendiendo a comer sin quebrar el delicado equilibrio metabólico de tu organismo. Es una propuesta dietética basada en la correcta combinación de alimentos.

Existen infinidad de dietas para adelgazar, todas ellas representan sacrificios diferentes y ofrecen resultados inmediatos, si bien en cierta medida estos son visibles, a largo plazo los resultados se revierten y, lo que es peor, se aumenta el doble de peso de que se dispuso a bajar en un principio.

Frente a este hecho algunos especialistas recomiendan que la mejor dieta es aquella en la que “se come de todo pero en poca cantidad”. Nada más erróneo pues ello lleva a mezclar alimentos tan dispares como leche, carnes, féculas, grasas y azúcar, lo que al final provoca sobrepeso y una serie de trastornos sobre la salud.

La dieta inteligente es una alternativa para bajar de peso ante todos lo regímenes ya existentes y cuya propuesta es muy sencilla: saber qué alimentos combinar en la misma comida y cómo seleccionar aquellos alimentos con menos calorías. No obstante, para poder comprender cómo funciona la dieta inteligente es preciso entender el arte de comer y el mecanismo de la digestión.

La importancia de la digestión

El verdadero arte de comer consiste en digerir completamente todo el alimento, para que todas las sustancias nutritivas, incluyendo los aminoácidos, vitaminas y minerales, puedan asimilarse. Para ello el organismo separa los alimentos en sus componentes más simples.

Todo este proceso recibe el nombre de digestión y se realiza mediante los órganos del aparato digestivo. Durante el trayecto que sigue el alimento desde la boca hasta el intestino, entra en contacto con sustancias llamadas enzimas que lo descomponen en partes cada vez más pequeñas, hasta obtener los nutrientes en forma asimilable, por esta razón son esenciales para la vida. En nuestro organismo existen numerosas enzimas digestivas, cada una con acción específica. Así, tenemos enzimas para digerir el almidón, otras que captan las proteínas y otras capaces de separar las grasas.

Cada enzima requiere condiciones especiales de acidez para actuar con la máxima eficacia. El organismo está en situación de proporcionar estas condiciones en los diversos órganos implicados en la digestión, según el tipo de alimento de que se trate.  

Así por ejemplo, cuando se come un alimento que contiene almidón –como el pan o la harina- , en la cavidad oral se activan las condiciones para su digestión y se segrega la enzima tialina, que es la que digiere los carbohidratos. Una vez que el bolo de pan o harina es deglutido y llega al estómago, el organismo retarda la producción de ácido clorhídrico (principal jugo gástrico) para permitir que la tialina siga actuando durante el tiempo suficiente.

Por el contrario, cuando se ingiere alimentos proteicos su digestión se inicia en el estómago por obra de otra enzima, la pepsina, que se activa en un ambiente ácido. Entonces, comiendo carnes, el estómago procede inmediatamente a producir ácido clorhídrico para aumentar su nivel de acidez y de este modo prepararse para una rápida digestión.

En este sentido, es evidente que el consumo de alimentos proteicos y de alimentos ricos en almidón en una misma comida tiene el efecto de obligar al organismo a un trabajo muy difícil, volviendo lento y menos eficaz todo el proceso de digestión.

Se puede decir entonces que el proceso de la secreción de enzimas es como el funcionamiento de un reloj. Cada una de las enzimas se desprende de acuerdo con la clase de alimentos que se ha comido. Ya sea una proteína, almidón, azúcar o verduras.

El fisiólogo Emil Fischer dio probablemente la explicación más clara de la relación entre alimento y enzimas. Comparó esta relación bioquímica con una cerradura y una llave, siendo el alimento una cerradura, y la enzima la llave, demostró que se necesita una llave especial para abrir cada cerradura distinta.

Si la llave no encaja exactamente en la cerradura, el alimento no se descompone, y el proceso de digestión o bien se retarda o no ocurre en absoluto. Entonces, sólo se puede abrir la cerradura con la correcta llave enzimática.

Cada enzima actúa de forma especializada: descomponiendo una clase de alimento y sólo esa clase. Una enzima que se combina con una molécula de carbohidrato no reaccionará con una combinación proteica o con una grasa. Así pues, no deben mezclarse en la misma comida diferentes clases de alimentos, por el contrario, debe intentarse combinar alimentos que requieran condiciones digestivas similares para así simplificar al máximo el trabajo del organismo.

FUENTE: TERRA/PERU

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